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Uno de los aspectos que hemos de valorar en el momento de estudiar una inversión son las comisiones. Estas pueden llegar a ser considerables debido a la intervención de distintos intermediarios. Desde enero de 2018, con la entrada en vigor del Mifid II, las gestoras están obligadas a informar a los inversores de las comisiones aplicables y a informar sobre la disponibilidad de las denominadas clases limpias en sus fondos de inversión.
Qué son las clases limpias
Cuando realizas una inversión en algún fondo lo normal es que la gestora de dicho fondo perciba una comisión. Existen a su vez otra serie de intermediarios que cobran también comisiones que les retrocede la gestora sobre el mismo fondo.
Estas comisiones, denominadas comisiones de retrocesión, van destinadas a otros intermediarios como son los asesores y distribuidores del producto financiero.
Pues bien, la etiqueta de clases limpias es aquella que se pone a los fondos en los que la gestora no paga estas comisiones de retrocesión por lo que el coste para el inversor puede ser sensiblemente inferior.
Para verlo con un ejemplo, nos basta situarnos en un fondo de renta variable clásico en el que pagaríamos una comisión a la gestora entre el 1,5 % y el 1,75 %. De estos porcentajes de comisión aproximadamente el 0,5 % se paga en concepto de retrocesión y otro 0,25 % se destina al descuento de las plataformas.
Esto supone que sobre una inversión cualquiera puede llegar a haber un ahorro estimado del 0,75 % en comisiones en aquellos fondos clasificados como limpios.
Obligatoriedad de disponer de fondos de inversión de clase limpia
La entrada en vigor del Mifid II el 3 de enero de 2018 supuso la obligación para las gestoras de disponer de fondos de clases limpias a partir de esa fecha para sus inversores.
Esto se ha ido llevando a cabo incorporando a la oferta nuevos fondos exentos de comisiones de retrocesión; transformando fondos de inversión ya existentes en fondos limpios o estableciendo fórmulas de acceso diferenciadas para un mismo fondo.
Por qué conviven diferentes clases
A día de hoy hay ya muchas gestoras que solo trabajan con fondos de este tipo. Sin embargo, lo más frecuente es que dentro de una misma gestora se mezclen diferentes tipos de fondos e incluso que dentro de un mismo fondo existan distintas formas de materializar las inversiones y distintos tipos de acciones.
Lo primero que debemos entender es por qué se da esta situación. Es decir, si realmente lo mejor para el inversor es no cobrarle comisiones de retrocesión o distribución por qué siguen habiendo fórmulas y fondos que las aplican.
La cuestión de la gratuidad del asesoramiento
Como decía Warren Buffet «Wall Street es el único sitio al que las personas van en un Rolls-Royce para recibir asesoramiento de quienes toman el metro»
La eliminación de las comisiones de retrocesión por parte de las gestoras supone que estas ya no pagan directamente a los asesores. Esto plantea dos posibles situaciones:
- Por un lado, el caso en que el asesor cobra directamente al cliente por su consejo. En esta situación se garantiza la total independencia del asesor y su imparcialidad en el consejo que está brindando.
- Por otro lado, cuando se mantienen estas comisiones de retrocesión, el asesor está obligado, con la normativa vigente, a informar al cliente inversor del montante de la comisión que va a percibir retrocedida por la gestora y derivada de su inversión.
En cualquiera de los dos casos nos enfrentamos al problema de que, hasta el momento, la mayoría de los inversores no percibía el hecho de estar pagando de alguna forma por este asesoramiento.
En definitiva todo iba incluido dentro del mismo precio y no existía un desglose de los gastos y comisiones que se le estaban aplicando. Sin embargo, muy pocos inversores tienen la capacidad y los conocimientos para invertir adecuadamente sus ahorros sin estos consejos profesionales.
Lo que nos conduce a la problemática de que en una mentalidad que hasta ahora estimaba este consejo como gratuito, enfrentarse a una necesidad de pago del mismo y a su valoración puede afectar al buen desarrollo de la comercialización de los fondos.
Ofreciendo las alternativas clásicas se le facilita al inversor una forma sencilla de entender y asumir sus costes de inversión, centrando el foco de su interés en el análisis de la rentabilidad de su inversión en términos netos.
Por otro lado, para aquellos que quieren garantizarse una independencia absoluta del asesoramiento los fondos que ofrecen clases limpias suponen una garantía de la misma. En ellos el asesor no está ligado a una retribución desde las gestoras que pueda hacerle inclinarse a aconsejar aquellos fondos que le pueden reportar un mayor beneficio.
Los diferentes tipos de inversor
Somos conscientes de que no todos los clientes invierten lo mismo o tienen la misma capacidad para abordar inversiones. La primera diferenciación que establecen las propias gestoras en el acceso a sus fondos de inversión radica en si el inversor es institucional o es particular.
A partir de aquí se determinan diferentes tarifas que suelen ir asociadas al volumen de negocio y que tienen en cuenta las comisiones de retrocesión que se abonan.
En definitiva, se trata de brindar al inversor diferentes alternativas y que pueda elegir la más favorable a sus intereses. Sin embargo, la mayoría de los inversores sigue requiriendo un asesoramiento.
Que el asesor cobre por este tipo de estudios y consejos de una forma individual puede incrementar los costes para algunos clientes notablemente.
Al perder el beneficio del alto volumen de negocio, derivado de la retribución directa por parte de la gestora, es lógico que los porcentajes o las tarifas de asesoramiento suban.
Esto puede llegar a producir el efecto contrario a lo que se pretende y hacer que, por ejemplo, una inversión en un fondo no clasificado como limpio, sino que incluye las comisiones de retrocesión dentro de sus gastos, sea más económico.
Si un fondo está en el 1,29 % se pueda quedar en un 0,75 % de comisiones en su modalidad de clase limpia, pero se eleva hasta el 1,5 % o más por sumarle un 0,75 % de asesoramiento en caso de que el cliente lo necesite.
Cómo identificar las clases limpias
La coexistencia de todas estas alternativas no pone nada fácil la identificación de estas clases limpias y además hay otros aspectos que tampoco lo facilitan.
Falta de un nomenclátor unificado
No nos pone fácil la identificación de los fondos de clases limpias la denominación o codificación de los mismos. No existe un nomenclátor unificado y cada gestora utiliza su propia denominación y codificación.
La información en los folletos
El folleto suele ser un buen medio de información. Casi todas las gestoras coinciden en señalar en sus folletos los fondos que tienen clases limpias y los casos en que estas son aplicables con sus diferencias y que suelen ser los tres que siguen:
- El caso de gestión discrecional.
- En el caso de asesoramiento independiente.
- En los casos de asesoramiento no independiente con pago explícito.
Sin embargo, tampoco hay un criterio unificado todavía sobre como ofrecer esta información, ni en sus formas ni en sus contenidos, lo que parece conducirnos a una especie de círculo vicioso.
Si las clases limpias pretenden reducir los gastos por asesoramiento o eliminarlos y ya solo para poder identificarlas sería necesario el consejo profesional, no parece que esta medida vaya por el camino de ser muy efectiva.
Situación actual de las clases limpias en España
En estos momentos más del 50 % del negocio de las gestoras internacionales está ya en estas clases sin pago de comisiones por retrocesión o distribución.
A partir de enero de 2018 fueron muchas las gestoras nacionales que empezaron a promover los servicios en los que solo se admiten categorías limpias.
La gestión discrecional es el terreno que más está favoreciendo el trasvase a estas clases limpias. Aunque los resultados son muy variables, según cada gestora, las cinco más importantes en España reúnen ya más de 30.000 millones en estas clases.
De cualquier forma, todo apunta a una gran aceptación de esta clase en los mercados y a que el inversor ha visto con buenos ojos una mayor transparencia en cuanto a las comisiones y la libertad de elegir entre un asesoramiento independiente, la gestión discrecional o las fórmulas convencionales.
También están ayudando las medidas y propuestas en el gobierno, como el traspaso automático a clases limpias sin coste fiscal en las operaciones realizadas entre el 3 de enero de 2018, fecha de entrada en vigor de la nueva normativa, y el 30 de diciembre del mismo año.
Hay que tener también en consideración que el factor que más influye en la rentabilidad de un fondo a largo plazo, si lo comparamos con sus índices de referencia, es la comisión de gestión.
Las clases limpias permiten reducir estas comisiones a mínimos y los inversores se están decantando por pagar cuotas fijas de asesoramiento independiente que les permitan analizar con total transparencia la rentabilidad de la inversión en un fondo a largo plazo.
Por otro lado, en los patrimonios bajos, la necesidad de asesoramiento tampoco parece favorecer el pago de unas comisiones, ya que los gestores automatizados permiten asignar carteras estándares lo suficientemente rentables para los mismos.
Las clases limpias en los fondos de inversión otorgan al cliente institucional o particular la posibilidad de elegir entre diferentes formas de inversión y grados de asesoramiento y garantizan la independencia de este último. A la vez, suponen un ahorro considerable para el inversor que es de gran importancia a la hora de analizar la rentabilidad de las inversiones en fondos a largo plazo. Su introducción en el mercado nacional está protagonizando un ascenso progresivo y constante favorecido tanto por los agentes y gestores como por las medidas del gobierno para acelerar la adaptación a la normativa europea.
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