¿Acciones o índices?

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Una pregunta recurrente a la hora de invertir es la siguiente: ¿acciones o índices? Los gestores y profesionales del mundo de las inversiones se decantan por los segundos, ya que esconden ciertos atractivos a la hora de mantener una cartera consistente. Sin embargo, ¿qué ventajas ofrecen realmente?

¿Qué es la inversión en índices bursátiles?

Invertir en índices bursátiles es parecido a la inversión realizada en acciones de una compañía, salvo que, en vez de adquirir una sola acción o una cartera o conjunto de ellas, se invierte en todo un índice bursátil, el cual va a recoger las acciones más representativas del mercado seleccionado. La mayoría de las personas ven la inversión como una simple compraventa de títulos en una compañía; es posible invertir en empresas tecnológicas, bancos, eléctricas que ofertan una amplia diversidad de servicios. Al invertir en índices se invierte en los valores más representativos de un mercado: el Ibex-35 recoge los mayores valores del mercado español, DowJones del mercado americano o Nikkei del mercado japonés. Igualmente  hay índices bursátiles que seleccionan un determinado sector económico como por ejemplo el Nasdaq-100 que recoge compañías tecnológicas, telecomunicaciones y biotecnología.

A la hora de construir una cartera de inversiones, elegir entre un producto u otro es de gran importancia, ya que afectará en gran medida al riesgo que se asuma. ¿Sería mejor comprar acciones de una o varias empresas concretas o hacer lo mismo con todo un índice? Esta es una pregunta que marca las estrategias de muchos inversores, los cuales, como es lógico, buscan obtener el mayor rendimiento posible a su dinero ahorrado y correr el menor riesgo posible de incurrir en pérdidas.

Los índices están compuestos por una cesta de valores, los cuales representan a un país, un mercado o un sector en concreto. Estos se escogen a raíz de una serie de factores de lo más diverso, que varían entre países y entre los diferentes tipos de índice. Por poner un ejemplo, en el caso del Ibex-35 los cálculos se realizan como si fuera un índice de Laspeyres. Así, los valores que lo componen se escogen en base a criterios de capitalización, liquidez y free float. En el caso del Dow Jones, los valores escogidos son los 30 más garandes por capitalización bursátil o valor de compañía.

Sin embargo, antes de elegir entre uno u otro, aparte de conocer las ventajas que ofrecen es necesario llevar a cabo un análisis detallado de ambos a conciencia. Solo así es posible plantear la mejor estrategia y sacar el mayor partido al dinero que va a invertirse.

Maneras de invertir en índices: fondos indexados y ETF

A la hora de invertir en un índice es posible hacerlo de dos maneras. Los fondos indexados actúan de forma similar a como lo hacen los fondos de inversión, ya que no cabe la posibilidad de comprar y vender cuando se desea. Además, su valor se calcula al cierre de sesión y el cobro de comisiones es muy bajo, ya que los gestores apenas realizan trabajo alguno en este caso concreto. Es lo que se denomina gestión pasiva.

Los ETF (Exchange Trade Fund) o fondos cotizados son parecidos a una acción. Es posible comprarlos y venderlos durante una sesión y las comisiones a las que están sujetos son idénticas a las que posee una acción. Difieren de estas en que un ETF se compone de una cesta de productos, por lo que se invierte en una o varias empresas a un mismo tiempo. Suelen replicar productos y aglutinan índices bursátiles al completo, sectores de la producción, países y continentes en algunos casos.

La fiscalidad de los ETF suscita cierta polémica dada su propia naturaleza. Hasta 2017 la línea de interpretación imperante era considerarlos como una acción a la hora de tributar, es decir, se les consideraba como una ganancia o pérdida de patrimonio que, por tanto, estaba sujeta al pago de impuestos siempre que se realizase una compra o una venta, algo que no pasa en los fondos de inversión.

Actualmente, si uno utiliza ETF´s y decide hacer algún cambio, deberá tributar por las plusvalías acumuladas, a diferencia de los fondos de inversión que cuentan con la ventaja del diferimiento de impuestos.

Las ventajas de invertir en índices frente a acciones

Las ventajas que ofrece invertir en un índice resultan atractivas para muchos, en especial para los individuos que buscan una mayor seguridad o que no desean enfrentarse a complicaciones comprobando dónde colocar su dinero de manera exhaustiva.

1. Diversificación, la gran virtud

La virtud más atractiva que poseen es su capacidad para diversificar una cartera de inversión. Esta es una de las mejores garantías de éxito, ya que reduce el riesgo inherente de toda inversión. Si se invirtiera en una acción se correría mayor riesgo, pues al menor cambio en las previsiones de la empresa en cuestión el valor de la misma puede llegar a desaparecer y, con ella, los ahorros invertidos. Al contar con un conjunto numeroso de acciones se está diversificando el riesgo y por tanto este disminuye. Al invertir en un índice la diversidad es mayor, ya que se invierte en una gran cantidad de empresas.

En el caso de invertir en un ETF la diversificación aumenta aún más. Esto se debe a que en uno solo es posible invertir en un replicador de la renta variable mundial, de un país o de un sector. Además, de manera adicional se cuenta con una herramienta perfecta para invertir en otros productos.

2. Sencillez al invertir

Otra ventaja es que simplifican el hecho mismo de realizar una inversión. No existe la dificultad de tener que cribar aquellas empresas, sectores o participaciones que mejor lo están haciendo en un determinado momento de aquellas otras que pueden no ser tan intesantes.

Un fondo índice se basa, generalmente, en empresas cuyas expectativas están analizadas y contrastadas por especialistas. También es más sencillo seguir la evolución de un índice que de una amplia selección de acciones. Esta es una de las ventajas que resultan más atractivas para quien se está iniciando.

3. Su coste es menor

Tener en cuenta las comisiones a la hora de invertir es imprescindible, ya que reducen la rentabilidad de un producto. En el caso de apostar por un índice, los ETF cuentan con unas comisiones y costes, en general, menores que los de los fondos tradicionales. Los inversores que siguen una estrategia pasiva a la hora de invertir siempre buscan estos fondos, ya que con ellos solo se asumen los costes de compraventa y las comisiones de custodia y depositaría, aunque en algunas ocasiones esto depende del gestor que se utilice.

Además, un ETF es perfecto si lo que se busca es replicar la rentabilidad, ya que el coste soportado es un hecho de gran importancia a la hora de obtener una mayor rentabilidad. Sin embargo, en los índices la rentabilidad suele ser menor, ya que, al fin y al cabo, son fondos encuadrados dentro de la gestión pasiva, la cual suele ofrecer unos beneficios menores.

4. Son un producto versátil

Al permitir apostar por diferentes países, sectores o compañías, la versatilidad de estas inversiones aumenta, igual que sucede con la diversificación, como ya se dijo. Una vez más, los ETF tienen esta ventaja. Al fluctuar los precios en función de los activos que se replican, estos fondos ganan en liquidez. Además, su estructura permite tomar posiciones cortas, ya que funcionan como una acción bursátil normal y corriente. Así, es posible crear una estrategia a la medida de cada inversor y jugar a la larga y a la corta según convenga.

Junto a esto, para un inversor particular aportan la ventaja de poder colocar su dinero en todo tipo de mercados y con posiciones pequeñas. Esto se debe a que no hay un mínimo de capital para suscribirse a uno de estos fondos, algo que sí sucede con los tradicionales.

5. Una mayor transparencia

Los índices ofrecen una transparencia mayor que las acciones, en especial en lo que toca a un ETF. Está estipulado por ley que estos productos informen de sus posiciones diariamente. De esta manera, es posible saber de manera clara y sencilla dónde se está colocando la inversión. Esto, además, apuntala toda estrategia de inversión pasiva, ya que no habrá información alguna que permanezca oculta. Dicha circunstancia no suele darse con los fondos activos, puesto que los gestores buscan mantener una cierta, y lógica, discreción en sus movimientos.

6. No permiten la especulación

Los fondos indexados reflejan con fidelidad el estado de un mercado en cuestión, ya que son una réplica de estos. Así, no es posible que surjan movimientos anómalos ni que se pueda especular. Reflejarán el estado exacto de las cotizaciones de cada sesión. Toda inversión dependerá solamente del comportamiento del mercado, por lo que no hay una necesidad acuciante de recurrir a las decisiones de un gestor.

7. Son innovadores y están en auge

Estos fondos fueron creados en 1993 y poco a poco van ganando protagonismo entre los inversores. Las instituciones financieras cada vez ofrecen más productos de este tipo que replican una diversidad muy amplia de índices. Así, cuentan con unas previsiones de futuro al alza, en especial gracias al desarrollo de la tecnología y a la facilidad de acceso para inversores pequeños o medianos que antes encontraban dificultades para acceder a determinados mercados o productos financieros.

8. No operan al corto plazo

Esta ventaja se ve representada certeramente por los fondos indexados. Al no admitir más sorpresas que aquellas que depare el mercado, es posible mantener una inversión durante largo tiempo y obtener una rentabilidad sustanciosa tras la espera. Las operaciones a corto plazo que generan otros gestores no tienen impacto, por lo que la seguridad aumenta en gran medida.

9. Posibilidad de acceso a mercados emergentes

Al poder invertir en todo tipo de índices se abre un amplio abanico de elecciones. Esta ventaja permite diversificar aún más el capital, pero es muy aconsejable optar por mercados emergentes solo si se poseen unos sólidos conocimientos. Además, la simplicidad para entrar y la transparencia sigue manteniéndose en todo momento al ser réplicas de un determinado mercado.

¿Para quién van destinados los índices?

A la hora de elegir entre inversión directa en acciones o invertir en un índice lo que hay que tener en cuenta es el capital disponible y la estrategia que se busca. Los índices son una elección adecuada para quien no posee un gran capital de inicio, algo que no ocurre al invertir en bolsa comprando acciones. En este caso, el tamaño de la cartera, la capacidad de ahorro y la posibilidad de añadir más dinero son factores de gran peso.

Sin embargo, tanto en los fondos indexados como en los ETF estas circunstancias no tienen por qué ser así. Un pequeño inversor no cuenta con gran margen de maniobra, ya que las posibilidades de diversificación se reducen en el caso de no poseer mucho dinero. Estos fondos marcan la diferencia, ya que posibilitan diversificar el patrimonio con poco dinero.

Como ya se dijo, al apostar por uno de estos fondos se está comprando un índice entero o, lo que es lo mismo, se invierte en todas las empresas de un determinado índice o en todo un sector. Así se abren las puertas a una gama más amplia de inversiones. Además, los riesgos de estos fondos son mucho menores al ser productos de gestión pasiva.

Así que aquellos pequeños inversores que busquen una inversión pasiva y diversificada encontrarán su producto en los fondos indexados y los ETF.

Conclusiones

El mundo de la inversión sigue ampliándose. A la hora de establecer una estrategia diversa y sólida no es buena idea dejar a un lado los índices, en especial si se está buscando una cierta pasividad. Estos productos que réplican determinados mercados permiten una inversión más segura, transparente, abierta a una amplia variedad de perfiles, que no admite especulación y que apenas cuenta con comisiones que reduzcan su rentabilidad.

Son una apuesta por la inversión a largo plazo, aunque también gozan de cierta versatilidad. Los ETF permiten llevar a cabo inversiones igual que se hace con las acciones, pero con menos riesgos que con ellas. También cuentan con un gran futuro por delante y se mantienen a la vanguardia en el mundo financiero.

Tampoco requieren poseer grandes conocimientos a la hora de invertir, ya que no es necesario controlar la evolución de un elevado número de empresas, como sucede con las acciones. El pequeño inversor, además, logrará construir una cartera diversificada sin apenas esfuerzo, pues estará invirtiendo en la totalidad de un índice bursátil.

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